Desde el punto de vista histórico podríamos distinguir tres períodos o etapas en la evolución de Roma: primeros habitantes de aldeas, la Liga Septimontial y Roma etrusca, unificada.
Desde el siglo X a.C., el suelo romano vio constituirse una serie de aldeas, colonias latinas que pretenden hacer frente a la expansión etrusca.
Desde fines del siglo VIII se opera una transformación capital en la vida de las aldeas romanas: el paso del aislamiento a la vida federativa. Siete de las aldeas situadas en el suelo romano se agrupan en la federación del Septimontium, que se mantendrá hasta la conquista etrusca, a mediados del siglo VII a.C. Esta federación crea una organización centralizada: un rey elegido vitaliciamente, una Asamblea, un Senado y un ejército.
A mediados del siglo VII a.C. los etruscos llegan al Lacio (Latium Vetus, el antiguo territorio del Lacio) La conquista etrusca representa para el Lacio una inmensa y súbita aportación de civilización: el paso de la vida de tribu a la vida urbana, la sustitución gradual de la vida pastoral por la agricultura, la construcción en piedra, etc. De las humildes aldeas diseminadas sobre las colinas romanas, los reyes etruscos hicieron una ciudad en el sentido material de la palabra y crearon un Estado centralizado. Los latinos daban tradicionalmente a su río el nombre de Rumón; la ciudad creada por los etruscos será la ciudad del río, Roma.

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